martes, 30 de noviembre de 2010

Poesía y Psicoanálisis


"Y si es necesario confesarlo, lo confieso: Yo, también, fui tamblando a mi primera sesión de psicoanálisis, pensando que nunca más besaría a nadie con pasión, que jamás escribiría un verso.

Después para vengarme hube de escribir más de mil páginas y hube de besar a más de mil mujeres, esa cifra bastó para sentirme vencido por la verdad: La pasión no se termina porque no existe como tal, se genera entre las personas, entre las palabras, entre los acontecimientos.

Estoy recordando en estos espacios los gloriosos días de mi juventud, donde hablar era una pasión, tal vez, la más poderosa pasión de mi juventud.

Hablar era más que comer, era irse enredando en situaciones, amores, traiciones, triunfos, derrotas que jamás hubieran sido mi vida si me hubiera faltado la palabra."

Miguel Oscar Menassa
De "Poesía y Psicoanálisis (1971-1991)
20 años de la historia del Grupo Cero", 1995

domingo, 28 de noviembre de 2010

LA MUJER Y YO (4)

Nos mirábamos a los ojos y nos decíamos
“Hoy daremos la vuelta al mundo en 80 besos”
y nos aferrábamos a cualquier ilusión
y volábamos más allá de las nubes
hacia el centro galáctico del amor
y surgía el poema.

Después, cuando volvíamos,
volvíamos cayendo
a velocidades inauditas.
El choque de los cuerpos
contra el viento veloz
nos ponía contentos
y algo nos excitaba.
Después, caíamos sin más
en un amor cualquiera.
Éste es un amor terrestre,
decíamos sorprendidos,
un amor vulgar, sin límites,
por eso es que no existe.


Después de los viajes al cielo y de las estrepitosas caídas,
quedábamos impresionados de nosotros mismos:
¿Quién, en nosotros, pudo ese amor sublime?
¿Quién fue en mí el fuego de tus besos?
¿Quién en ti, amada, voló tan alto como el cielo?
¿Quién diluyó nuestros cuerpos en la palabra amor?
¿Qué fue lo que pasó en el mundo
mientras nosotros hacíamos el amor?
Tal vez, un eslabón del hombre
se ha roto para siempre.

Seguramente, amado, le dije,
con ternura incipiente,
alguien murió de más,
alguien vivió de menos.
Seguramente, te darás cuenta
que mientras hacíamos el amor
fueron condenados los hombres justos
y fueron puestos en libertad los gobernantes.

A él, hubo un momento en que mis reflexiones
le parecieron un poco exageradas
y sin mirarme francamente a los ojos
intentó decirme:

Hubo gobernantes que fueron condenados
y hubo hombres justos que, luchando,
consiguieron su propia libertad
y, mirándome con algo de desprecio,
hombres como yo que lo dieron todo
para la libertad y no me quejo
ni simulo estar demasiado vivo,
pasó lo que pasó y nuestro amor
fue la raíz del tiempo.

Miguel Oscar Menassa
De "La mujer y yo", 2003

sábado, 27 de noviembre de 2010

Yo, querida, te amo, te amo, pero...

Hay algo sórdido entre los pliegues de un corazón rendido.
Hay algo oscuro, de morir, en el amar.
Yo te amo, te amo, pero el alma se vacía de goce.
Yo te amo, te amo, pero el goce se vacía de alma.
Es como cuando por decir escribo un verso.
Le pido nada a nadie y, sin embargo,
hay hombres y pronombres,
hay cosas, la vida, que se pierden.

Es como cuando por las noches mirando las estrellas,
me pregunto: ¿Qué habrá en nosotros de esos soles lejanos?
¿qué habrá, en nosotros, de esa vida?
¿qué vida llevarán, en ellos, de nosotros?
Y, ahí, soy recorrido por un fulgor,
algo de cielo, algo de soles, algo de lejanía.

Yo te amo, te amo, pero en un pozo negro de vergüenza.
Yo te amo, te amo, pero en un pozo negro de soledad.
Un pozo negro donde la muerte todo lo fragmenta.
Yo te amo, te amo, pero te amo en pedazos,
en hilachas, en sobresaltados fantasmas de la noche.
Tus ojos, tu mirada, querida, son aquel color,
tu rabia por gozar, tu desesperación, aquellos suspiros.

Yo te amo, te amo, pero me pierdo en mí,
soy un náufrago de mi propia ternura,
un ser que se quiebra antes de ser.
Yo te amo, te amo, pero...

Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista", 1987

martes, 23 de noviembre de 2010

DEDICATORIA



Dedico este poema,
en general,
A Todos.
A Latino-América,
porque amo,
su futura explosión
A la famosa América del norte,
porque mi poesía,
canta también,
a todo lo que muere.
A la vieja Europa,
y también,
a la Europa segunda,
porque temo,
por el futuro en general,
del Hombre.
A mis amigos,
a mis bellas mujeres,
y a los sobrevivientes de cualquier matanza.
A los mugrientos,
en general
a los extranjeros,
a los que todavía,
no tienen,
lugar para vivir.
A los conquistadores,
a la famosa reina,
cristiana y masculina,
nuestra amada Isabel,
y a su Fernando,
amado,
su gran amor,
su cálculo perfecto,
y a cuanto delincuente,
haya pisado,
-sólo por el afán de la conquista-
nuestra pequeña y grande,
desorbitada América.
A mis hijos:
Cecilia,
Antonio,
Alejandra,
y Pablo,
y del acorazado potemkim,
a sus marineros.
A las cálidas madres de mis hijos,
a todas las madres,
por haber soportado,
durante 5000 años,
la misma tarea.
A las mujeres del amor y de la rabia,
y digan lo que digan,
se lo dedico también a la mujer,
que tuvo,
la alegría,
para no morir.
La Pasionaria,
para quien,
cuarenta años,
de errores y ráfagas heladas,
no bastaron.
Y a Evita,

porque murió,
de un cáncer inmortal,
quiero decir,
de la ambición suprema,
comerse a sí misma.
A todos los malditos,
por una especie de amor,
por lo inútil,
de sus gritos al aire,
sin destino.
por las tremendas llagas
y los sublimes estallidos,
de sus infernales,
pobres locuras.
A mis amigos,
los únicos poetas de este siglo,
una especial dedicatoria,
Amigos,
NO VA MAS,
se trata
simplemente de escribir,
un verso más que ellos.
El Ultimo,
que diga,
así debe ser,
todo lo contrario.
Dedico este libro,
para desprenderme de ellos;
a los surrealistas,
y a su pálida sexualidad,
acontecida,
después de la guerra,
y rodeada,
de amados familiares,
porque la cuestión,
era,
no llegar al fondo.
En definitiva,
tocar
y partir.
Partan por los caminos,
idiotas,
nunca protejan,
su propio pan,
y amen,
con una especie de rabia,
mezcla,
de unos pocos demonios
y tontas drogas,
a la increíble puta,
la virgen loca.
Y con un dejo de paternal tristeza,
amen,
a Nadia,
la piojosa,
la sucia pordiosera.
Y vociferen,
por las dudas,
que tan poca mierda entre las flores,
no tenga,
su verdadero olor.
Reservo,
mis últimas dedicatorias,
para hablar de la muerte.
Yo fui Pichón Riviere,
nuestro amado,
el inventor de la locura grupal,
y pido,
al quedarme sin voz,
que no se diga nada.
Sepan,
no puedo responder.
Yo fui mis queridos muchachos,
los de los ojos desmesurados,
abiertos al futuro,
los de los grandes ojos ciegos,
LOS AMETRALLADOS,
y pedimos,
para no morir,
banderas,
millones de banderas,
y de la poesía,
todo su fuego eterno.
Yo fui los célebres muertos,
los que murieron,
sin nada que perder,
los desposeídos;
los del pan,
sólo en algunos y fugaces atardeceres,
y sin embargo,
de pocas palabras,
y por el miedo secular a la muerte,
seremos,
si todo va bien,
los Esclavos Modernos.
Y para nosotros
no pedimos clemencia.
Cadenas contra cadenas,
rozándonos infinitamente,
a causa,
de la gran cercanía entre los hermanos,
lo prometemos:
no detendremos la muerte,
pero el ruido,
será ensordecedor.
Fui la poesía muerta,
y desde entonces,
habitan con nosotros,
los mejores.
Para ellos,
el funeral último.
la cremación definitiva
y a volar,
porque ya escribimos:
que nuestras palabras inunden,
-con el sólo objetivo de inundar-
las poblaciones vecinas.
Que todo sirva,
no nos dejemos convencer,
porque si se trata de ser,
fuimos también,
la muerte de la muerte,
el tenebroso viaje por el submundo de los cementerios,
y entre las tumbas de los próceres,
fuimos,
el salvaje erotismo.
Las más pesadas lápidas y sus violentas inscripciones:
Aquí yace el cantor
y próxima a su tumba,
yace,
su enamorada,
y todo,
puede ser un ardid,
una negra maniobra.
Era el cantor de los cantores,
vivió,
cinco mil años.
Fui todo lo que murió,
con la gran bomba.
Los enjambres de sueños,
acribillados por las partículas,
-horrores de las metálicas transformaciones-
y la espléndida y portentosa
escupidera atómica.
La cagada final.

Soy por último,
y esta vez,
pido perdón por la violencia,
el muerto que habla.
Un milagro de la poesía.
Una feroz combinación,
de todo contra todo,
El Mutante,
el diabólico experimento de la locura,
contra el final atómico del siglo:
en una sola voz,
todas las palabras.
Y ahora puedo decir,
que a la bomba feroz,
y a sus consecuencias,
soy inmune.
Una especie de salvaje indomable,
bárbaro del estilo.
El imbatible,
bólido parlante.

Miguel Oscar Menassa
De " Canto a nosotros mismos también somos América", 1978

lunes, 22 de noviembre de 2010

EL HOMBRE VUELA, SE HACE NOSTALGIA, VUELA


No vengo yo a escribirlo si soy el Otro.
Vengo a vivir agazapado esperando el sonido.
La aparición brusca de una huella dejada de lado.
Vengo transparente, con el deseo de ser atravesado.

Me dejo estar, dejo que la sed avance hasta el delirio.
Cuando la boca seca, cuando el desierto, cuando mi padre,
cuando la triste muerte compañera deja de aullar,
tiendo, tranquilamente, mi mirada por todo lo imposible.

Y no es que comience el verso o intente escribirlo.
Hay algo que me pasa que no registro, un fuego sin luz,
un alboroto interior, un algo más que mis palabras.

Y así, sin escribirlos, escribo versos.
Hay de golpe, cosas, en mis manos, que no son yo.
Hay de golpe, cosas, en el mundo, que no son mi vida.


MIGUEL OSCAR MENASSA
Del libro “La patria del poeta”, 1991

domingo, 21 de noviembre de 2010

Noche 581.-

Cuando no puedo continuar con lo que he comenzado es por el miedo al futuro, es decir, un miedo femenino a la muerte.

Miguel Oscar Menassa
De "Las 2001 Noches", 1997

viernes, 19 de noviembre de 2010

POESÍA 2000

Deshojados rumores del tiempo
se abanican sobre mi cuerpo ya dejado de lado.

Son instantes que huelen a podrido, a carne agusanada.

Dejo volar mis manos
y el fin de siglo se conmueve por la pureza de mis gestos.

El apocalipsis esperado era esta página.

En medio de la guerra,
en medio de la guerra atómica,
en medio de otras guerras,
la guerra sucia, la guerra fría.
En medio de la droga, la pólvora,
la mutilación, la muerte,
el sida silencioso,
ha nacido el poeta.

Aquí me tenéis, soy el ejemplo posible.
En medio exacto de la locura universal,
vivo, no padezco de nada y cuando canto,
es una carne ajena la que canta en mi voz.

Soy los arrebatos inquietantes de la lengua,
una serpiente aligerada de su propio veneno,
sólo el movimiento de reptación al infinito,
luces perdidas negros senderos del silencio.

Soy un humano terrestre, lleno de algarabía,
la luz, que se bebe el futuro para contarlo.
Voz sin ecos, equilibrada voz sin ecos, voz.

El hombre me esperaba, suave caricia desgarrada,
que dejará en el inocente terráqueo sin medida,
sonora resonancia abierta, huellas de libertad.


Miguel Oscar Menassa
De "La patria del poeta", 1991

jueves, 18 de noviembre de 2010

CARTA A MI PATRIA



Todo está bien y todo está mal
y no diré, como se decía antaño:
un fuerte viento ha destruido nuestra razón
y no diré:
fuertes borrascas,
se han llevado en su seno nevado el último amor

Una tierra se descompone en el rumor alado de mi canto,
en el rumor de una tempestad sin fin,
un huracán que más que anunciar el porvenir
nos recuerda despiadadamente el pasado.

Entre las palabras que deshollo vivas,
están las de tu piel.
Fragancia de limón entre los higos,
pequeña fragancia de amor entre las enredaderas.
Tajo de miel, tu sexo, abierto,
verde y natural.

Te enfrento en el fondo de tu mirada vacía
-obrera sarcástica de los pastos-
abro tu piel
y sobre alguna herida sangrante de tu rostro
una vía rápida y segura, entre tus venas
dejo caer mis palabras, veneno mortal,
gritos desmedidos sobre tu carne.

Soy un hombre que morirá casi seguro en sus andanzas.
Amante de los perfumes, la mujer, siempre me sobrecoge.
Un día cualquiera como me pasaba de muchacho,
escribiré un poema, encenderé la luz.
Soles, estrellas fugaces y soles majestuosos,
para que tu piel salte en pedazos.
Pradera verde y natural,
pradera infinita.
Ojo descuartizado de américa-latina,
pastos helados en plena primavera,
bajo el sol, exactamente, bajo el sol,
todos muertos.
Esfera de cristal,
banderita azul y blanca de mi pequeña patria muerta,
sobre mi ojos, en pedazos de sol, tu cuerpo resucita.


Miguel Oscar Menassa
De "El amor existe y la libertad", 1984

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Hoy estoy casi muerto



Hoy estoy casi muerto, no puedo escribir nada,
los poemas anteriores han detenido mi cantar.
He sentido, he sufrido en esos versos, lo indecible.
Fui bandera de patria y aún, bandera de soledad y exilio.

Fumo un cigarrillo, detenido en el humo, sin pensar en nada.
Arrojo las volutas al espacio como si fueran círculos de muerte.
Toco en mi recuerdo los versos de Federico García Lorca
los sonetos envenenados de Quevedo y siento deberle algo a España.

Recorro caminos desconocidos con Antonio Machado.
Hago una fiesta con Rafael Alberti y unos colegas
me monto en su caballo blanco y me hago trizas contra el mar.

Voy a la Castellana y camino de un lado para otro entre tulipanes.
Llego a la vieja Puerta de Alcalá y me hago la señal de la cruz.
Y como último respeto, doy un paso para atrás, bailo este tango.


Miguel Oscar Menassa
De "Un argentino en España", 1987

martes, 16 de noviembre de 2010

BEBIENDO DE ESTE VINO



No vuelvas
deja el celo perdido
y abreva toda tu claridad
contra algún beso

habla con tu voz por las calles
hasta sentir en tus cansados brazos
un calor una brevedad de cielo

entonces
acaricia solemne las astillas
de este material afinado
la soledad

ama las cosas más extrañas
húndete
hasta llegar al fin de mi tristeza

mas
no vuelvas
déjame solo
gozando de estas manos
déjame solo
amándome las piernas
bebiendo de este vino.


Miguel Oscar Menassa
De "Pequeña historia", 1961

sábado, 13 de noviembre de 2010

ANTES DE SER COLOR

Antes de ser color
entre tus brazos
era luz.

Cuando muera
no toquéis mi cuerpo
aseguro
volver al día siguiente
magnolia destrozada.

Crecía
inexplicablemente
hacia el olvido.

Ella y él
habían decidido que yo
fuera el nombre del silencio.

Acantilada luz
roja serpiente enamorada
encerrada en sí misma
fui creciendo
hacia adentro
hacia abajo
hacia la perfecta
oscuridad lumínica.


Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo", 2000

viernes, 12 de noviembre de 2010

El hombre y yo -36-


He de morir un día
y un día he de vivir
y cuando mis manos
pierdan la alegría
morirá un poeta.
Y es una casa limpia
lo que ambiciono
para el lejano y cercano
día de mi muerte.
Una casa vacía,
sin puertas,
sin ventanas,
sin nadie
que quiera tomar el sol, el aire.

Mis seres queridos
preparando la fiesta
y a mi lado
dejándome morir,
el rugido inmortal
de los cien mil poetas
que hicieron de mi vida
este cantar.


Miguel Oscar Menassa
De "El hombre y yo", 2005

martes, 9 de noviembre de 2010

¿Qué quiere decir: "Yo soy un hombre" cuando soy yo el que habla?


1
¿Acaso una luciérnaga
cansada de volar, de iluminar la nada,
se posará sobre mis hombros quietos
y me hará feliz?

¿O tal vez soy el hombre
que se inunda de besos
y no consigue nunca
dejar la soledad?


2

¿Mujer independiente o
tigre liberado de la selva?
¿Hombre o calmante
vitaminado para los nervios?

¿Soy acaso el que piensa
que nunca llegaremos
o el iluso que se levanta
todas las mañanas
para vivir un nuevo porvenir?


Miguel Oscar Menassa
De "El hombre y yo", 2005

lunes, 8 de noviembre de 2010

DIBUJO


Dibujo
frente a tus ojos desordenados
esta acrobacia pura,
canto de amor que no esperabas.

Brujo de mí, brujo de mí,
aliento enamorado.

Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa", 2002

domingo, 7 de noviembre de 2010

Me tocó la nieve en las espaldas


Me tocó la nieve en las espaldas,
una palmada alegre cariñosa,
me sentí acariciado por mi madre,
fui feliz.

La nieve me tocó el corazón.

Anochece y del día,
sólo me queda el recuerdo de la bruma.
Así de frágil fue todo esta mañana:
nieve y carmín.

Deletreamos con cuidado cada uno su nombre:

Yo soy la Blanca Nieve de tus sueños.
La pétrea belleza del cristal.
marina alondra de los valles.
amiga de la tristeza de la muerte.

Yo tuve ganas de decirle:
Soy el poeta, el grande,
el creador de la palabra Mujer
y no le dije nada.


Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista", 1987

miércoles, 3 de noviembre de 2010

ELLA


Era septiembre en la ciudad
y nosotros, hacia el amor, crecíamos
apresuradamente.

Anclar no había sido nada fácil
Tu cuerpo conservaba inalterable
su piel oscurecida a causa de los vientos
y de los peces comidos bajo el sol.

Extendida
tenía tu piel
la longitud de mi mirada.

Como un presagio
o como algo todavía más terrible que un presagio
recogías tu piel
como se recogen algunas redes marineras
con los movimientos precisos
los gritos necesarios.

Lo único desmedido
tus ojos desorbitados por el placer.
Tu mirada de loca.


Miguel Oscar Menassa
De "Yo pecador", 1975

martes, 2 de noviembre de 2010

COSAS DE LA CIUDAD


Toda la gente
todo su alrededor
sus veinte años
todos la vieron jugar
jugaba a la vida
caminaba en sus sueños a la guerra.

Su madre, amante de los solitarios,
solía cantar con sus vecinos.

Un día, el otoño, se hizo frío de golpe
y ella conoció su llanto
cuando vio sorprendida
que los ríos
secaban de tristeza,

humedeció la voz de su madre,
la partida de octubre,
el canto de sus vecinos,
la fotografía de su padre.

Y así, tan dulce
como una revolución
se acostó sobre la ciudad
y abrió sus piernas
como para que todo el mundo
la amara.

Miguel Oscar Menassa
De "22 poemas y la máquina electrónica o como desesperar a los ejecutivos", 1966

lunes, 1 de noviembre de 2010

ES NECESARIO

Es necesario romper el equilibrio
hay que llamar al orden
a las fuerzas del orden.
Hay que temer de los inocentes
los inocentes
tienen orden de tirar y matar.

Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo", 2000