martes, 29 de enero de 2013

Querida:

He viajado. He viajado,
hombre de piel como palabras,
he viajado por lo que queda del alma
y no estoy de acuerdo.

lunes, 28 de enero de 2013

HOY LA VI LLORAR UNA VEZ MÁS


Hoy la vi llorar una vez más
a causa de mis versos:
Pero hoy lloraba como nunca.
El tiempo
detenía su nada silenciosa
para verla llorar.
Ella amaba llorar
con rabia
con soltura
con alevosía.

Lloraba
y me miraba con un ojo,
con el otro lloraba,
ojo de amor en cataratas.
Cuando dejaba de llorar
me amaba y me decía:
Eres malo, mi amor,
eres muy malo.

Miguel Oscar Menassa
De "Al sur de Europa", 2002

sábado, 26 de enero de 2013

LIMITE UNO: EL AMOR



Recuerdo
tu vientre de pantera 
destrozado.
Mis dientes.
Tus garras
hechas cenizas en mi rostro. 
Tu ferocidad perfecta detenida 
en mi belleza perfecta.

Recuerdo el agudo violín
entre tus piernas
sexo desesperado
intentando
los sonidos del cielo
tensando infinitamente
hasta no poder más
tu cuerpo en el espacio
para alcanzar
los bordes de mi voz.

Yo cantaba
como si fuera natural
en el hombre cantar.

Registrar lo sublime
y tu música
alta como las cumbres
que nacen
por encima de las cumbres
nieve dolorosa y eterna
tu música
se detenía para caer
sinfonía final
descuartizada bruscamente
tragada por el temblor
oscuro de mi canto.

Yo tocaba el tambor
y la volvía loca.
Cuando se volvía loca
y no le importaba
ya la música
se perfumaba para mí
y conversábamos
de lo difícil que es cantar.

Bebíamos alcoholes
bebíamos alcoholes y fumábamos
lentamente nuestras miserias.

Ella me decía y yo le decía:

Quiero inundar
con mi locura el universo.

Y más allá ¿qué harás?
después del universo.

Ella se quedaba en silencio
y yo le decía:

Esta mañana te hizo mal jugar
a ver quién llegaba más alto
con su canto.
Le acaricio la frente y le digo
ni te llegué a ganar
dejaste de jugar a lo sublime
asustada por el temblor
de esos tambores de la selva,
sonando en pleno cielo.

Ella hacía una mueca
y yo me quedaba en silencio.

El viento rozaba
levemente nuestros cabellos
y ninguno de los dos
conocía el desenlace.

Cuando no sabíamos qué hacer
fumábamos
y era divertido cuando fumábamos
ver cómo el humo
formaba a su alrededor,
delgadas columnas de cristal
varas finísimas
de mimbre y de marfil
para que su cuerpo
tuviera esa presencia
iluminada y cantarina
y a la vez esa lejanía.

Ella me decía y yo fumaba,
para que no faltase el humo
en la construcción de su grandeza.

Cuando fumamos
te pones como un idiota,
no haces otra cosa que mirarme
y me avergüenzo
y deseo escuchar
el estallido de mi deseo
y te veo ahí
tan callado en tus ojos
y soy atrapada
por el leve murmullo de tus versos
como cuando jugábamos esta mañana
a lo sublime y no lo puedo creer.

Dime ¿quién eres?
la calma del mimbre
o la belleza del marfil.
Orangután sin voz
o cristalino
canto inolvidable.
Y se agarraba la cabeza
con las dos manos
y se zambullía en mí
como en el mar
gritando
almeja delirante
no puedo más.

Se retorcía en mi vientre,
buscando pez compañero
divinidad marítima
que le mostrara
los secretos del mar.

Se alimentaba con mi semen
y a ratos
levantaba la cabeza para decir:
Todo es hermoso. Gracias.

Yo
iba saliendo de mi sopor
como podía.
Ella
acurrucada pequeña
grandiosa en mi vientre.
Su belleza perfecta
detenida
en mi ferocidad perfecta.

Yo le decía
mientras ella agonizaba:
Ahora que estás muerta
quiero que bailes como bailan
los peces en el mar
las noches que lo poético
invade sus entrañas.

Ahora que estás muerta
quiero que bailes para mí
una danza de amor
y nada de vuelos nocturnos
hoy
nos quedaremos
a dormir en casa.

La sacudo
para que abra sus ojos
la levanto en mis brazos
y la tiro contra el techo
de la habitación
y ella
cae varias veces
pesadamente al suelo.
Se terminó el juego
me digo
ella está muerta.

Y comienzo a buscar
con mi boca en su cuerpo,
el diamante perdido.
Y sus movimientos
vuelven a ser como de camelias
y frente a mi sorpresa aúlla
y en ese aullido
toca los confines del cielo
y esta vez lo sé
no habrá poema
que contenga ese grito.

Cuando volvía,
despeinada y maltrecha
me decía:
Eres un tonto
me veías volar y ni siquiera
intentabas alcanzarme.
Así cualquiera vuela alto.

Cuando volaba,
te veía sobre la cama esperándome
y cada vez más alto
me volvía más loca.
Inmensidad cerca del cielo
en esa soledad más que gozar,
el espanto se anudaba en mis ojos
y aterricé rápidamente
y ahora te prometo
volar siempre contigo
y en ese gesto
una vez más
moría.

Miguel Oscar Menassa
De "La poesía y yo", 2000

martes, 22 de enero de 2013

CANTO SEXTO



la ideología, siempre trata de la vida

Cuando todo parece a mi favor,
todo crece,
mentira.
Poco a poco,
me iré rindiendo a la evidencia,
haré:
... todo lo necesario para ser.
Soy
una familia numerosa,
un médico maduro y todavía,
a la espera,
de un brillante,
estúpido futuro.
Poeta porque soy,
un médico moderno.
Escribo versos fundamentales,
soy un decidor.
Obrero del verbo.
De la guerra me preocupa,
su relatividad,
del tango,
su cadencia.
No me dejes morir,
Gardel,
cantá.
Soy,
lo que se dice, un pura sangre,
y quiero ser,
el padrino del siglo,
el hombre de los mil rostros,
titiritero de los bajos fondos,
el médico del alma en general
y quiero ser,
una especie de padre fin de siglo
y sin embargo,
la libertad,
no existe.

Miguel Oscar Menassa
De "Canto a nosotros mismos también somos América", 1978

viernes, 18 de enero de 2013

La vida del poeta



I

¿El arte de vivir,
debe imponerse, también,
a los procesos revolucionarios?

¿Una causa, un ideal, son posibles,
todavía para el hombre?

¿Y la soledad con qué tiene que ver,
con el sexo, con el dinero o con la historia?

Miguel Oscar Menassa
De "La patria del poeta", 1991

miércoles, 16 de enero de 2013

LA GUERRA


La guerra,
hoy estuve pensando en los señores y la guerra. 
Y tengo que decirlo, aunque nadie lo crea,
mil litros de sangre coagulada rompieron a llorar. 
El vientre de mi madre partido en mil pedazos, 
sus brazos, sus amores, sus nervios congelados. 
Mi padre, su mirada quebrada por el tiempo,
mi padre muerto, podrido, agusanado
y mis tristes hermanos y yo mismo, viviendo de silencios .

La guerra,
hoy estuve pensando en las señoras y la guerra.
En mi pueblo nadie dormía bien,
el corazón de la ciudad vivía alborotado.
Las mujeres tejían por las noches trapos de sangre,
los hombres murmuraban, urdían venganzas, se morían.
Los más jóvenes vestían de luto permanentemente
y los pequeños ángeles futuros morían antes de nacer
y mis tristes hermanas y yo mismo, muriendo de silencios.

La guerra,
esta vez, también, será con otros.
Hablaré con las voces ocultas de la tierra,
con aquellos muertos que fueron, totalmente,
privados de su libertad.
Hermosos muchachos, llenos de energías,
muertos antes de tiempo.
Soy esa grandiosa energía liberada,
nadie podrá conmigo, soy un millón de muertos,
el himno que la muerte reclama para sí,
lo negro de lo negro,
los brillos de lo negro,
las esmeraldas de la muerte.

Miguel Oscar Menassa
De "El amor existe y la libertad", 1984

domingo, 13 de enero de 2013

DEMONIO DEL LLANTO



Bebamos todo el alcohol y comamos
los deliciosos frutos de las brillantes estaciones
frente a los muertos
y entre aquellos que gozan sólo en primavera
digamos las palabras terribles
mostremos la locura.

Miguel Oscar Menassa
De "Invocaciones", 1978

jueves, 10 de enero de 2013

SOY UN COBARDE, ME DIGO AL LEVANTARME


Soy un cobarde, me digo al levantarme,
cuando me pongo a escribir no puedo,
luego escribo pero ya no soy yo.

Como me pasa a mí con el cuerpo,
cuando me acaricias no siento nada
luego mi cuerpo se pone loco de pasión
pero ya no es mi cuerpo.

Podríamos decir, le digo entonces,
que poema y amor es otro
el que por mí lo hace.
Sentirás el amor en tu cuerpo
y pondrás tu nombre al final del poema
pero vaya a saber qué fantasma o sombra
hizo ese amor, escribió ese poema.

Una vez, recuerdo, un gran marino
se posó en mi mano derecha
y escribí versos donde el mar me amaba.
Y con la mujer del aliento perdido
fui todo el tiempo viento desesperado
y nunca llegamos al amor o a la letra
pero rompimos la montaña, hicimos la noche.

Recuerdo, recuerdo, dijo ella,
cuando fuimos esas águilas fusiladas
y tu escribías de nuestra patria
y del dolor
y de la sangre caída inútilmente.

Sí, mi querida, mi pequeña,
es cuando el amor me atropella
que puedo amarte, dejarme poseer
y ahora, como un indio resignado,
dejo caer la pluma y sueño
que soy libre y feliz.

Miguel Oscar Menassa
De "La mujer y yo", 2003

lunes, 7 de enero de 2013

   "Estamos condenados, te lo dije, estamos condenados a demostrar la importancia del trabajo. Para que haya amor entre nosotros tendremos que hacerlo.
   Y esa es nuestra condena y nuestra dicha. Existir, apenas, cuando el amor brilla para nosotros. El resto, todo el resto, es producir el surgimiento de un poema."

Miguel Oscar Menassa
De "Cartas a mi mujer", 2000

miércoles, 2 de enero de 2013

Amor Perdido. Los Indios


IV

Aplastado por el hambre crecí profundo,
llegué a tocar, en el centro de la tierra,
en el borde, exacto, de la vida plena,
el fuego máximo, los calores extremos.

Fui expulsado del centro mismo de la tierra,
por ambiciones de mineros y comerciantes.
Las aguas me llevaron hasta donde el océano,
se repliega, sobre sí mismo, para ser el amor.

En esa negra profundidad turbulenta,
donde no había, una cúspide posible,
de la perfecta roca surgió mi cuerpo.

Pescadores y gobernantes me expulsaron del mar.
Y, aún, fuego volcánico, tierra, agua desesperada,
vuelo, ahora, perfilándome viento, letra futura.

Miguel Oscar Menassa
De "Amores perdidos", 1995

martes, 1 de enero de 2013

RESPONSO



Muescas del saber,
muescas de aquel poblado goce,
me recuerdan, de mi país, la vida entre las malvas.

Una manera de vivir subterránea,
cerca de las flores,
a mil kilómetros del hombre.

La bella libertad flamea sus organzas.
Hoy soy feliz, me dice, ella entre mis brazos.
Llévame por los mares, mi amor, por los océanos.
Abre contra las olas mi vieja herida muerta.
Dame el honor de morir en tus garras,
madre amantísima, libertad, profundidad marítima.
Ojos de cerrazón ,
jilguero azul, noctámbulo,
búho famélico y descuartizado entre mis brazos,
te amo.
Te amo hasta las fibras contraídas de mi ser,
tengo por vos, amada muerta,
-pedazo de pan inolvidable-
un voluptuoso amor carnívoro y sangrante.

La bella libertad lava sus ropas. Entreteje algún sueño.
Huyamos amor hacia los rumores del profundo verano,
mar, perfecto y traicionero, altivo mar

He venido para arrojarla desde los mas altos acantilados,
hacia las profundidades borrascosas de tu propio centro,
para que ella encuentre por fin, entre las piedras,
su ahogo final.
                      La bella libertad,
más pálida que nunca,
como una mierda espectacular y agónica en la boca del
                                                                          [hombre,
baila,
desatinada y desnuda, moderna y coloquial,
baila para morir,
una danza fraterna, igual y libertaria.
Hermanados,
todos unidos por tortuosas cadenas,
en el fondo del mar.

Miguel Oscar Menassa
De "El amor existe y la libertad", 1984